Todo el mundo habla del fomento de las energías renovables y limpias para abordar de una forma sostenible las necesidades energéticas actuales y futuras de nuestra sociedad.
De entre todas las energías renovables, destaca la energía geotérmica por ser eficiente, inagotable, y la única fuente de energía renovable completamente continua. Por otro lado, la explotación de los recursos geotérmicos está íntimamente conectada con el desarrollo económico y la generación de empleo a escala local. Además, a diferencia de otros tipos de energías renovables – e.g. la solar fotovoltaica – los sistemas de geotermia no requieren de la importación de materias primas – e.g. silicio – o maquinaria específica para su implantación, lo que implica un aumento de la autonomía energética. Por todas estas razones, la energía geotérmica está abocada a convertirse en la base de la transición energética entre 2020 y 2030; la denominada «década geotérmica» (en palabras de Philippe Dumas, secretario general del Consejo Europeo de Energía Geotérmica, EGEC).
Pero, ¿cuáles son los desafíos para la utilización del calor que desprende la Tierra, más allá de su tradicional utilización en climatización? Los retos para la utilización de la energía geotérmica en la producción de electricidad son complejos e importantes. Para comenzar, se requiere un alto conocimiento del subsuelo, ya que las plantas de producción de electricidad deben situarse sobre yacimientos geotérmicos, lugares donde la energía que desprende la Tierra genera altas temperaturas. Además, se requieren desarrollos tecnológicos específicos, lo que implica la puesta en marcha de proyectos de larga duración y con un alto riesgo financiero inicial – en la fase de exploración y perforación- que requieren de unas políticas públicas de apoyo de larga duración, algo que gobiernos y autoridades raramente plantean.
Mejorar el conocimiento del subsuelo ayuda a reducir los riesgos iniciales. Esta mejora implica en gran medida mejorar las técnicas de estudio y visualización del subsuelo, lo que requiere potenciar la sinergia entre las Ciencias de la Tierra y las Ciencias Computacionales. Las Ciencias de la Tierra, en concreto la Geofísica, permiten examinar las propiedades físicas del subsuelo desde la superficie. Por su lado, la computación de altas prestaciones es capaz de procesar más rápido y mejor los algoritmos numéricos que enlazan las mediciones geofísicas con las propiedades petrofísicas del subsuelo. De este modo, se pueden delimitar con mayor precisión los recursos de interés.
El proyecto PIXIL pretende contribuir a desarrollar esta sinergia. Persigue la producción de herramientas informáticas para la visualización de los recursos geotérmicos del subsuelo. El grupo de Geofísica de la Universidad de Barcelona participa en el proyecto PIXIL aportando su experiencia en la adquisición de datos geofísicos y modelado, para diseñar bancos de pruebas (colecciones de modelos geológicos y sistemas geotérmicos realistas) donde se puedan calibrar y mejorar los nuevos programas de computación que se desarrollen en el marco del proyecto PIXIL. Estas herramientas se pondrán a disposición de las instituciones y las empresas del sector, construyendo así una red de I+D y cooperación entre instituciones de investigación y el sector privado que impulse el desarrollo de la geotermia en nuestra región.